Las cooperativas de vivienda son asociaciones de familias que frente a la necesidad común de vivienda, aportan el esfuerzo y la iniciativa de todos sus miembros para solucionarla en forma conjunta. No persiguen fines de lucro y sus principios básicos son: libre adhesión; organización democrática; igualdad de derechos y obligaciones entre sus miembros; educación y fomento cooperativo. La gestión de la cooperativa abarca desde la selección del Instituto Asesor, la aprobación del proyecto arquitectónico y urbanístico, la redacción de estatutos y reglamentos internos, la tramitación ante los distintos organismos estatales, la administración de los fondos comunes, la compra y estatales, la administración de los fondos comunes, la compra y selección de materiales, y la planificación y el control del trabajo de sus integrantes. Implica la resolución de numerosos aspectos no comprendidos en horas de trabajo con un compromiso y organización colectiva de gran nivel.
La ayuda mutua se refiere al trabajo de obra y gestión que las familias integrantes aportan. Esta modalidad posibilita el acceso a una vivienda decorosa a los sectores de menores ingresos pues sustituye al ahorro previo. El aporte de mano de obra por parte de los socios y sus grupos familiares durante la etapa de construcción es de 20 a 25 horas semanales y significa el 15% del valor total del proyecto, reduciendo considerablemente el costo final.
Desde su formación hasta la etapa de habitación, cuenta con comisiones estatutarias permanentes, obligatorias por ley: Directiva, Fomento y Fiscal. Hasta la culminación de la obra, la cooperativa cuenta con el asesoramiento de un Instituto técnico. En la etapa de obra se requiere una organización especial para cumplir la tarea. El instituto asesor designa al arquitecto director de obra y un asistente social que acompañe a la cooperativa en este proceso, se contrata mano de obra especializada (capataces) y se crean nuevas comisiones encargadas de las compras, la organización y el control de las tareas y el trabajo de los integrantes.
El régimen de usuarios fue adoptado por la inmensa mayoría de las cooperativas de ayuda mutua. Su importancia quedó de manifiesto cuando el movimiento cooperativo resistió en 1984 el pasaje forzoso a propiedad horizontal decretado por la dictadura con el Decreto Ley 15.501.
La propiedad de las viviendas, así como la responsabilidad por la deuda hipotecaria es colectiva. Cada familia firma un contrato de uso y goce de duración indefinida, y hereditario, que le confiere el derecho al uso de su vivienda. En caso de retirarse, se reintegra el 90% de su capital social actualizado. Se valoriza la vivienda como un bien social, no mercantil, y se busca evitar la especulación y el lucro, para proteger el interés social bajo el cual se obtuvo un préstamo ventajoso.
Los principios organizativos del movimiento cooperativo a su vez se fundamentan en valores éticos universales de cooperación y responsabilidad, como son:
Tipo: se crea una figura de cooperativa a de vivienda diferente a las tradicionales cooperativas de consumo y a las cooperativas de producción, la de ayuda mutua.
Gestión: Las cooperativas serán autogestionarias a través de sus órganos directivos elegidos por los socios.
Asistencia Técnica: Serán asesoradas por Institutos de Asistencia Técnica (IAT), interdisciplinarios, fundamentalmente en los aspectos sociales y arquitectónicos.
Trabajo: La construcción de las viviendas se hará por ayuda mutua entre todos los asociados sin conocer de antemano a la que finalmente se accederá. La ley prevé la autoconstrucción de cada familia en su vivienda. Financiamiento: La Agencia Nacional de Vivienda otorga un préstamo y un subsidio a la cooperativa y esta amortiza la deuda recaudando las cuotas individuales entre sus socios.
Morosidad: Existe un fondo de solidaridad para asistir a socios con carencias transitorias que no le permitan pagar su amortización.
Esfuerzo propio: es la motivación, la fuerza de voluntad de los miembros con el fin de alcanzar metas previstas.
Responsabilidad: nivel de desempeño en el cumplimiento de las actividades para el logro de metas, sintiendo un compromiso moral con los asociados.
Democracia: toma de decisiones colectivas por los asociados (mediante la participación y el protagonismo) en lo ateniente a la gestión de la cooperativa.
Igualdad: todos los asociados tienen iguales deberes y derechos.
Equidad: justa distribución de los excedentes entre los miembros de la cooperativa.
Solidaridad: apoyar, cooperar en la solución de problemas de los asociados, la familia y la comunidad. También promueve los valores éticos de la honestidad, transparencia, responsabilidad social y compromiso con los demás.
La autogestión, permite a los demandantes de vivienda constituirse en el protagonista del proceso, definiendo quienes serán los vecinos, el instituto técnico asesor, la localización urbana, la morfología del barrio, la tipología edificatoria, la tecnología apropiada y la asignación de las viviendas a sus socios.
La ayuda mutua, en el trabajo en obra, genera fuertes nexos de solidaridad entre todos los socios y sus familias, afrontando una experiencia de años de trabajo, de reciprocidad en otros ámbitos de la subsistencia de diferente calidad. La experiencia de trabajo colectivo en obra es tan importante como la autogestión para el desarrollo de vínculos solidarios.
La propiedad colectiva, , que refuerza la identidad grupal al encontrar en esta forma de tenencia una seguridad en la permanencia que no se la da la propiedad individual.
Reseña histórica
En 1970 se crea la Federación Unificadora de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM). Además de constituir un centro de transmisión y profundización de la experiencia, es una de las organizaciones sociales más importantes del país. En la primera etapa se desarrollaron numerosos complejos habitacionales: las Zonas y Mesas que integran cada una de ellas a varias cooperativas. La dictadura fue un freno importante a ese crecimiento, aunque no logró eliminar la realidad ni el espíritu.
FUCVAM hoy representa a más de 16.000 familias de 330 cooperativas en distintas etapas de desarrollo (en trámite, en construcción o habitadas).
El movimiento cooperativo retoma ciertos valores referentes al espacio urbano: un uso de la tierra no especulativo, la apropiación colectiva del suelo, la construcción de buenos conjuntos de mediana altura y alta densidad, reedita el espacio semi-público con valorización de parque y caminos. Las cooperativas se han integrado al barrio en que se encuentran, respetando y desarrollando el entorno arquitectónico y urbanístico, extendiendo los servicios a zonas periféricas.
La ayuda mutua se refiere al trabajo de obra y gestión que las familias integrantes aportan. Esta modalidad posibilita el acceso a una vivienda decorosa a los sectores de menores ingresos pues sustituye al ahorro previo. El aporte de mano de obra por parte de los socios y sus grupos familiares durante la etapa de construcción es de 20 a 25 horas semanales y significa el 15% del valor total del proyecto, reduciendo considerablemente el costo final.
Desde su formación hasta la etapa de habitación, cuenta con comisiones estatutarias permanentes, obligatorias por ley: Directiva, Fomento y Fiscal. Hasta la culminación de la obra, la cooperativa cuenta con el asesoramiento de un Instituto técnico. En la etapa de obra se requiere una organización especial para cumplir la tarea. El instituto asesor designa al arquitecto director de obra y un asistente social que acompañe a la cooperativa en este proceso, se contrata mano de obra especializada (capataces) y se crean nuevas comisiones encargadas de las compras, la organización y el control de las tareas y el trabajo de los integrantes.
El régimen de usuarios fue adoptado por la inmensa mayoría de las cooperativas de ayuda mutua. Su importancia quedó de manifiesto cuando el movimiento cooperativo resistió en 1984 el pasaje forzoso a propiedad horizontal decretado por la dictadura con el Decreto Ley 15.501.
La propiedad de las viviendas, así como la responsabilidad por la deuda hipotecaria es colectiva. Cada familia firma un contrato de uso y goce de duración indefinida, y hereditario, que le confiere el derecho al uso de su vivienda. En caso de retirarse, se reintegra el 90% de su capital social actualizado. Se valoriza la vivienda como un bien social, no mercantil, y se busca evitar la especulación y el lucro, para proteger el interés social bajo el cual se obtuvo un préstamo ventajoso.
Los principios organizativos del movimiento cooperativo a su vez se fundamentan en valores éticos universales de cooperación y responsabilidad, como son:
Tipo: se crea una figura de cooperativa a de vivienda diferente a las tradicionales cooperativas de consumo y a las cooperativas de producción, la de ayuda mutua.
Gestión: Las cooperativas serán autogestionarias a través de sus órganos directivos elegidos por los socios.
Asistencia Técnica: Serán asesoradas por Institutos de Asistencia Técnica (IAT), interdisciplinarios, fundamentalmente en los aspectos sociales y arquitectónicos.
Trabajo: La construcción de las viviendas se hará por ayuda mutua entre todos los asociados sin conocer de antemano a la que finalmente se accederá. La ley prevé la autoconstrucción de cada familia en su vivienda. Financiamiento: La Agencia Nacional de Vivienda otorga un préstamo y un subsidio a la cooperativa y esta amortiza la deuda recaudando las cuotas individuales entre sus socios.
Morosidad: Existe un fondo de solidaridad para asistir a socios con carencias transitorias que no le permitan pagar su amortización.
Esfuerzo propio: es la motivación, la fuerza de voluntad de los miembros con el fin de alcanzar metas previstas.
Responsabilidad: nivel de desempeño en el cumplimiento de las actividades para el logro de metas, sintiendo un compromiso moral con los asociados.
Democracia: toma de decisiones colectivas por los asociados (mediante la participación y el protagonismo) en lo ateniente a la gestión de la cooperativa.
Igualdad: todos los asociados tienen iguales deberes y derechos.
Equidad: justa distribución de los excedentes entre los miembros de la cooperativa.
Solidaridad: apoyar, cooperar en la solución de problemas de los asociados, la familia y la comunidad. También promueve los valores éticos de la honestidad, transparencia, responsabilidad social y compromiso con los demás.
La autogestión, permite a los demandantes de vivienda constituirse en el protagonista del proceso, definiendo quienes serán los vecinos, el instituto técnico asesor, la localización urbana, la morfología del barrio, la tipología edificatoria, la tecnología apropiada y la asignación de las viviendas a sus socios.
La ayuda mutua, en el trabajo en obra, genera fuertes nexos de solidaridad entre todos los socios y sus familias, afrontando una experiencia de años de trabajo, de reciprocidad en otros ámbitos de la subsistencia de diferente calidad. La experiencia de trabajo colectivo en obra es tan importante como la autogestión para el desarrollo de vínculos solidarios.
La propiedad colectiva, , que refuerza la identidad grupal al encontrar en esta forma de tenencia una seguridad en la permanencia que no se la da la propiedad individual.
Reseña histórica
En la década del cuarenta introducen dos novedades: La ley de propiedad horizontal propaga el edificio de altura, rompiendo con la imagen tradicional de la manzana y la ciudad. El surgimiento de los complejos habitacionales significa una revalorización de los espacios comunes y zonas verdes.
Con los planos económicos de la intendencia y la ampliación de créditos del BHU (Banco Hipotecario del Uruguay) se vive un gran impulso de la vivienda individual con jardín al frente, definiendo las características urbanas de la periferia. También permite la autoconstrucción, que reduce su costo y posibilita la evolución por etapas y es típica de varias generaciones de uruguayos que levantaron sus casas en fines de semana, feriados y licencias, con ayuda de amigos y familiares en tareas específicas o en la tradicional planchada Desde fines de los cincuenta, la crisis económica obliga a buscar nuevas soluciones para una ciudad que sigue creciendo y en la cual el problema de vivienda popular se agudiza. Los efectos de la crisis motivaron un aumento de la organización y movilización sindical, social y política. En ese contexto se aprueba la Ley Nacional de Viviendas N° 13.728 de 1968 con la que se busca una respuesta para atacar el déficit habitacional por un lado, y reactivar la industria de la construcción por otro. Se tienen en cuenta todas las posibilidades para ello: sistema público, promotores privados y cooperativas.
Las primeras cooperativas que construyeron viviendas antes de la promulgación de la Ley de Viviendas, fueron tres cooperativas de consumo formadas por trabajadores del interior del país, se iniciaron con fondos del BID y asesorados por el IAT CCU (Centro Cooperativista Uruguayo), fueron la base de la Federación, estas crearon una Mesa Coordinadora de cooperativas Gremiales de Vivienda hacia 1966. Recién con la aprobación de la Ley en 1968, se definió jurídicamente las cooperativas de vivienda, que conjugaban una etapa de cooperativa de producción (durante el proceso de obra) y otra de consumo (al momento de la ocupación).
En 1973 eran 43 las que ya habían recibido préstamos y cerca de 200 las formadas. La mayoría de estas cooperativas surgieron en torno a los sindicatos nucleados en la CNT (Convención Nacional de Trabajadores), nacen así las cooperativas de obreros de la construcción, municipales, gráficos, portuarios entre otros.
En 1973 eran 43 las que ya habían recibido préstamos y cerca de 200 las formadas. La mayoría de estas cooperativas surgieron en torno a los sindicatos nucleados en la CNT (Convención Nacional de Trabajadores), nacen así las cooperativas de obreros de la construcción, municipales, gráficos, portuarios entre otros.
En 1970 se crea la Federación Unificadora de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM). Además de constituir un centro de transmisión y profundización de la experiencia, es una de las organizaciones sociales más importantes del país. En la primera etapa se desarrollaron numerosos complejos habitacionales: las Zonas y Mesas que integran cada una de ellas a varias cooperativas. La dictadura fue un freno importante a ese crecimiento, aunque no logró eliminar la realidad ni el espíritu.
FUCVAM hoy representa a más de 16.000 familias de 330 cooperativas en distintas etapas de desarrollo (en trámite, en construcción o habitadas).
El movimiento cooperativo retoma ciertos valores referentes al espacio urbano: un uso de la tierra no especulativo, la apropiación colectiva del suelo, la construcción de buenos conjuntos de mediana altura y alta densidad, reedita el espacio semi-público con valorización de parque y caminos. Las cooperativas se han integrado al barrio en que se encuentran, respetando y desarrollando el entorno arquitectónico y urbanístico, extendiendo los servicios a zonas periféricas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario